lunes, 21 de abril de 2014

London

Recuerdo aquella tarde como si hubiera sido la semana pasada...

Era el verano del 2012, estaba en casa viendo los Juegos Olímpicos cuando de repente algo me vino a la mente. Llevaba un tiempo buscando la posibilidad de realizar un viaje con mis dos hermanas, pero nunca coincidíamos debido al trabajo y los estudios. Cuando nos reunimos toda la familia en casa, les comenté mi plan. Se trataba de viajar a Londres durante cuatro días. No era mucho tiempo, pero el suficiente para conocer la ciudad y disfrutar de la estancia con mis hermanas. Antes de decirlo, barruntaba en mí algo que me decía que no iba a ser posible porque semanas antes, ya había estado de vacaciones e iban a ser más gastos, pero nada más soltarlo, a todos se les puso una gran sonrisa en la cara sin que hiciera falta escuchar un "sí" por sus partes. En tan solo dos horas, busqué los vuelos y el hostal para alojarnos. Muy sencillo todo, tanto que antes de ir allí, yo misma preparé el itinerario para nada más aterrizar, comenzar con la ruta. Londres es muy grande y había muchos sitios por ver, así que no había tiempo que perder.

Lo primero de todo fue ir al hostal y acomodar el equipaje. El hostal, o mejor dicho youth hostel, estaba en la parada de metro de Queensway, justo en frente de Kensington Gardens donde está el Palacio de Kensington, actual residencia del príncipe Guillermo y Kate Middleton.





Tuvimos la suerte que durante nuestra estancia contamos con un tiempo espectacular, no llovió ningún día y siempre estaba soleado.


Los primeros dos días estuvimos sin parar, visitamos los lugares más importantes: Kensington Gardens, Hyde Park, Oxford Street, Soho, Candem Town, Buckingham Palace, Royal Albert Hall, Harrods, la Abadía de Westminster, el Big Ben, London Eye Southwark y toda la zona ejecutiva de Londres, Covent Garden, Piccadilly Circus y Nothing Hill.













Grandiosos lugares repartidos en una enorme y bonita ciudad. Era la primera vez que visitaba Londres y realmente me hechizó. Me encantó todo: su modo de vida, sus parques, monumentos, tiendas, el contraste de sus barrios, de su gente, la interculturalidad, hasta las ardillas del Hyde Park. 

Me alegra un montón el hecho de visitar una ciudad sin que me decepcione porque sé que merece la pena volver, ya que una vez no es suficiente y menos en cuatro días.

No hubo sitio al que fuéramos que no me gustara, pero no tanto como Camden, lo adoro. Es como un pequeño mundo cercano al centro de Londres en el que todo vale. Me encanto el espíritu de ese barrio, allí todo es sinónimo de libertad. Está repleto de todo tipo de tiendas con asombrosas y originales fachadas que con tan solo ver el exterior, te incitan a entrar. Puestos, restaurantes, tenderetes y sobre todo, mucha gente albergan el mítico barrio londinense.





El tercer y último día de visitas lo dedicamos a pasear y ver con más tranquilidad la ciudad, así que aprovechamos para ir al Hyde Park y ver la famosa estatua de Peter Pan. La escultura en sí no es para tanto, pensaba que iba a ser grande y resultó ser de un metro, eso sí que me decepcionó jaja. Tras el largo paseo, no podíamos ir a otro sitio que no fuera a Harrods y disfrutar de una buena cena oriental en el barrio de Soho.



A pesar de la nefasta meteorología de la capital inglesa (hablando en general), resulta curioso ver como sus habitantes disfrutan los parques al máximo, ya sea paseando con los niños, echando de comer a los patos, descansando en la hierba… Ojalá, nosotros sacáramos más partido a los nuestros y nos diéramos cuenta de lo que tenemos en España. 



Contacto: 
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